Las lesiones deportivas son una amenaza cada vez más latente dentro de los atletas de élite y amateur como consecuencia de las altas exigencias que se demandan hoy en día, la rotura del LCA es sin duda una de las más temidas y en nuestra sede de rehabilitación en Alcobendas podemos ayudarte a tratar éste problema incluso a prevenirlo de la mano a nuestros profesionales expertos en Fisioterapia deportiva
En el siguiente artículo te contaremos más a fondo sobre ésta lesión, su prevención y tratamiento desde la perspectiva médica y fisioterapéutica.
Datos anatómicos de relevancia
El complejo articular de la rodilla uno de los más importantes para el cuerpo humano, responsable directamente después de la cadera de garantizar la marcha estable, cuenta con una gran cantidad de estabilizadores pasivos y activos que la convierten en una de las articulaciones más protegidas de todo el cuerpo con una alta demanda funcional bajo su cargo.
Dicho complejo articular se compone de lo siguiente:
Estructuras articulares
Se habla de 2 articulaciones principales que toman protagonismo en ésta zona y son las encargadas de permitir el movimiento de la rodilla siendo así:
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Articulación femorotibial: Que une a los cóndilos femorales con las mesetas tibiales (donde se realizan los movimientos de flexoextensión y rotación)
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Articulación femororrotuliana: Que une el surco intercondíleo del fémur con la cara posterior de la rótula (Participando en los movimientos de flexoextensión)
Dichas estructuras articulares son denominadas como articulaciones de tipo bicondilea y troclear respectivamente dado a los grados de movimiento que permiten.
Estructuras de estabilización activa
Se habla directamente de los músculos encargados propiamente de facilitar la estabilidad de manera activa al complejo articular de la rodilla, en donde se destaca principalmente a:
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Músculo cuádriceps: Siendo uno de los más voluminosos del cuerpo y quien toma papel protagónico en ésta articulación, pues, si bien es el encargado de realizar la extensión de rodilla, también es el principal estabilizador de la misma, en especial durante los movimientos que implican la marcha como correr o saltar.
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Músculos isquiotibiales: Son los antagonistas del antes mencionado, conformados por 3 vientres musculares (2 en sentido interno y 1 en sentido externo) que se insertan distalmente en la tibia y recubren toda la cara posterior de la pierna facilitando los movimientos de flexion y rotacion de la rodilla. Su función estabilizadora tiene lugar al momento de correr o saltar permitiendo el frenado del cuerpo mediante una contracción excéntrica.
Estructuras de estabilización pasiva
El complejo articular de la rodilla es considerado como uno de los más estables por la gran cantidad de ligamentos que posee quienes le otorgan protección ante la gran demanda funcional que existe a la hora de realizar algún tipo de actividad física o deportiva.
Dentro de los principales ligamentos que se encuentran en éste complejo se mencionan:
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Ligamento colateral medial: Quien une al cóndilo interno del fémur con la meseta interna de la tibia
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Ligamento colateral externo: Quién une al cóndilo externo del fémur con la meseta externa de la tibia
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Ligamento cruzado anterior: Extendido desde el área intercondílea anterior diagonalmente u oblicuamente hasta el borde interno del cóndilo lateral del fémur
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Ligamento cruzado posterior: Extendido desde las cara posterior de las mesetas tibiales hasta el cóndilo medial del fémur
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Ligamento rotuliano: Quien se extiende por encima de la rótula siendo una extensión del tendón rotuliano insertando a nivel de la tuberosidad tibial.
Dichas estructuras ligamentarias actúan de manera constante durante cada uno de los movimientos que ejerce la rodilla, especialmente durante la extensión y los componentes rotacionales de la misma bastante común cuando se practica alguna actividad deportiva como el fútbol, tenis, baloncesto, atletismo, entre otros. Donde, dentro del gesto deportivo se encuentran los cambios de direcciones y los sprints.
¿Qué es una rotura del LCA?
Cómo hemos mencionado anteriormente, el ligamento cruzado anterior es uno de los más importantes en la biomecánica del complejo articular de la rodilla, ayudando a controlar pasivamente los deslizamientos y movimientos en sentido anterior de la tibia con respecto al fémur, sin embargo, a pesar de ser uno de los más resistentes del organismo, sigue siendo hoy día uno de los más afectados en cuanto a lesiones deportivas se refiere.
La lesión sobre el LCA consiste en una pérdida de continuidad con respecto a las fibras de colágeno que componen el ligamento, asociado principalmente a los componente rotacionales forzados que ocurren durante la práctica deportiva
Pérdida de continuidad en las fibras de colágeno que componen al ligamento…
Para ser más precisos, dentro del componente patomecánico se habla de la unión entre un valgo de rodilla junto a una rotación externa de la misma o en caso contrario un varo de rodilla con una rotación interna, ésto genera una tensión máxima sobre el ligamento llegando a lesionar.
Consecuencias de la lesión sobre el LCA
Cuando un atleta llega a padecer de una rotura sobre el LCA, también puede presentar de manera colateral una meniscopatía y rotura de algún ligamento colateral pudiendo denominarse ésto como la “triada maldita” siendo muy temida pues el tiempo de recuperación suele llegar a ser prolongado y las tasas de regreso a la actividad deportiva de élite son menores al 50% asociado a factores psicológicos, físicos, entre otros.
¿Cuáles son los síntomas y signos que se presentan con una rotura del LCA?
Al tratarse de una lesión tan violenta, los síntomas pueden variar pudiendo destacar entre ellos:
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Inflamación aguda sobre la rodilla en general
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Edematización o retención de líquidos alrededor de la zona afectada
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Presencia de dolor agudo y punzante que se agrava al movimiento y es descrito como un dolor interno orientado hacia la cara anterior de la rodilla.
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Habrá una disminución del rango de movimiento asociado al dolor presente.
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Puede llegar a existir algún tipo de sensación quemante o lacerante en algunos casos, al igual que alteraciones de la sensibilidad.
Todos éstos síntomas pueden variar en intensidad y aparición dependiendo de la gravedad de la lesión y si viene acompañada con otras lesiones colaterales.
¿Cómo prevenir la aparición de la rotura sobre el LCA?
A pesar de ser una lesión sumamente complicada, es posible llegar a prevenirla con la ayuda de nuestros profesionales expertos en fisioterapia en FisioClinics Alcobendas, quienes recomiendan lo siguiente:
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Realizar ejercicios de fortalecimiento dirigido hacia la musculatura isquiotibial y cuádriceps para que exista un balance correcto de estabilidad.
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Evitar el sobrepeso
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Realizar ejercicios de movilidad dirigida hacia la zona de los miembros inferiores.
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Realizar ejercicios que mejoren la estabilidad activa del complejo articular de la cadera, rodilla y pie.
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Realizar ejercicios de estiramiento y un buen acondicionamiento neuromuscular previo y posterior a la actividad deportiva.
Tratamiento médico para la rotura del LCA
En cuanto al abordaje médico se refiere, el tratamiento más efectivo es a través de la intervención quirúrgica, donde se realiza un injerto de algún tendón cercano como del semimembranoso u algún otro quién cumplirá la función de estabilidad pasiva del antiguo LCA.
Se realiza una injerto tendinoso para suplantar al antiguo LCA…
Este procedimiento se puede hacer mediante microcirugías o artroscopias garantizando una menor invasión a los tejidos y un mayor tiempo de recuperación.
Tratamiento realizado en FisioClinics Alcobendas para tratar la rotura del LCA
El abordaje aplicado en FisioClinics Alcobendas es realizado por nuestro personal experto en fisioterapia quien actuará inmediatamente después de la cirugía para favorecer los procesos de recuperación.
Primeramente, es importante realizar un análisis subjetivo y objetivo de las condiciones del paciente, corroborando el procedimiento médico realizado y conociendo principalmente qué síntomas y signos refleja el paciente para ese momento. Además es importante palpar y movilizar tanto pasiva como activamente el miembro inferior verificando si existe algún tipo de limitación funcional.
El objetivo principal de la rehabilitación de ser regresar al atleta a la actividad deportiva, para ello, se dividirá en distintas fases para garantizar un abordaje cuantificado y exitoso teniendo así lo siguiente:
Primera fase
Abarcando desde el primer día postquirúrgico hasta los primeros meses, donde se deberá buscar la mitigación de posibles síntomas residuales, evitar la aparición de adherencias sobre la cicatriz y buscar mejorar el rango de movimiento pasivo/activo asistido.
Las técnicas principales a usar durante ésta fase pueden ser:
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Aplicación de electroanalgesia y termoterapia
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Uso del masaje transverso profundo para adobar la cicatriz
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Implementación de la realidad virtual o incluso la terapia en espejo para favorecer los procesos adaptativos y recuperar la lesión.
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Movilizaciones pasivas y activas asistidas.
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Drenaje linfático manual para disminuir la edematización presente.
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Aplicación de vendaje neuromuscular.
Segunda fase
Ësta fase dará inicio una vez hayan desaparecido los síntomas postquirúrgicos y se haya mejorado parcialmente el rango de movilidad, durante éste período se deberá favorecer al fortalecimiento de la musculatura isquiotibial, reeducar la marcha y promover la estabilidad articular realizando:
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Ejercicios propioceptivos
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Ejercicios de fortalecimiento
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Ejercicios de movilidad articular y que promuevan la estabilidad.
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Reeducación postural global y de la marcha.
Tercera fase
Finalmente, se procede a reeducar los gestos deportivos y la propiocepción del atleta para poder regresar de manera controlada al campo de juego.
Todo éste periodo de recuperación puede llegar a durar entre 9 a 12 meses en promedio, aunque algunos estudios avalan que el regreso al juego debería ser después de los 12 meses no antes.